FRESCO COLECTIVA 2

ÁNGEL LEIVA /PAUL AMUNDARAIN /JUAN GERSTL /MIJU LEE /LUIGI RODRIGUEZ /PAUL PARRELLA /JONATHAN LARA /ARMANDO VELUTINI /ATELIER CARACAS /LUSESITA /MALU VALERIO /ZAHIRA GONZALEZ /FAUSTO AMUNDARAIN /PEDRO MEDINA /PABLO CARPIO

FEB - MAR 2021

 
 
 
 
 

Fresco (Colectiva 2): La circunstancia de estar presente

Manuel Vásquez-Ortega

Para reflexionar sobre el tiempo en su obra El Siglo (2005), el pensador francés Alain Badiou retoma una antigua pregunta entre las cavilaciones de sus páginas: “¿Qué son cien años, qué sonmil años, cuando un instante los borra?”. Hoy, a más de tres centurias de la cuestión original, intentar dar mesura al tiempo continúa siendo una tarea escabrosa para aquellos que, a través del arte, cuestionan o dan testimonio del paso de las épocas, para con ello descifrar las maneras de enfrentar la inevitabilidad de lo transitorio. A su vez, basado en las referencias de Badiou, el filósofo Giorgio Agamben produce uno de los textos claves para precisar esa condición humana asumida como natural, dentro de unespacio temporal compartido: ¿Qué es lo contemporáneo? (2008). Definición que, como categoría cronológica, nos hace pensar que el presente nunca había sido tan caótico, y así “vivimos sin sentir el país bajo los pies, y ya no se habla sino en murmullos” (traduce Badiou); pero ¿es el siglo en curso más oscuro que los siglos anteriores? ¿Son acaso los acontecimiento apocalípticos de nuestro siendo, peores que las vicisitudes del otrora? Recorrer las tragedias del hombre a través de su historia implica caminar entre las ciénagas y playas de lo contingente, sin embargo, nuestro lóbrego segundo milenio en curso dispone de formas asumidas para mantener de pie a aquellos que aún lo vivimos: los ‘contemporáneos’, cuya esencia caracteriza a un individuo que “no se deja enceguecer por las luces del siglo, y alcanza a vislumbrar en ellas la parte de la sombra, su íntima oscuridad” (Agamben, 2008). No obstante, desde esta penumbra, nuevas siluetas emergen para hablarnos de otras posibilidades de un presente circunstancial, una existencia contraria a la del martirizado poeta agambiano, aquel que paga la contemporaneidad con la vida y que “debe tener fija la mirada en los ojos de su siglo” (ídem). En esta otra variante, crear una realidad exenta de luces o tinieblas enceguecedoras parece ser otra condición válida en tiempos de anhelos como el que compartimos; pues, de cara al futuro incierto esperamos siempre una mejoría, aunque muchos autoengaños hayan de por medio. Para ello, darle forma al porvenir que nos concierne exige mucho más que interpelarlo o resguardarnos de él, sino que implica la apropiación de aquella ambigüedad de “ser puntuales en una cita a la que se puede solo faltar” (Agamben, 2008), y es allí, en el intersticio de una contemporaneidad al borde de la enunciación en la que catorce artistas hispanohablantes se reúnen en Fresco, segunda colectiva de Cerquone Gallery en la cual cada creador habla desde su circunstancia –individual, propia e inalienable– de estar presente en un incierto año 2021.

Es así como el término ‘fresco’ adquiere nuevas significaciones en esta segunda edición expositiva, cargada de aspectos que –sin deslastrarse de la data reciente de las producciones presentadas– se contextualizan ahora en el umbral de un esperado futuro menos inhóspito para todos, pues “¿cuándo llegará por fin ‘lo nuevo’? ¿Está ya ‘lo nuevo’ en acción, -acaso- podemos discernir su devenir?” (Badiou, 2005). Así, la novedad como sinónimo de lo desconocido, de lo inexplorado o de lo anhelado se hace presente en un cuerpo de obras de artistas como Lusesita, Fausto Amundarain, Paul Amundarain, Pablo Carpio, Juan Gerstl, Zahira González, Jonathan Lara, Miju Lee, Ángel Leiva, Pedro Medina, Paul Parrella, Luigi Rodríguez, Malu Valerio y Armando Velutini. Creadores localizados entre España y Venezuela que más allá de los vínculos históricos territoriales comparten su coexistencia en un tiempo que se deslastra definitivamente del siglo pretérito, y junto a ello, de la carga de unir “con su sangre las vértebras de las dos épocas”.

Finalmente, nuestro siglo, nuestra bestia, da perfil a su enrumbado desarrollo entre la convulsión y el cambio. Ante este tiempo, Jonathan Lara, Paul Parella, Ángel Leiva y Pablo Carpio apuestan por un hacer procesual en el que la obra se construye a través de la experimentación de los elementos que la conforman, bien sean desde sus respectivos campos gráficos, pictóricos o matéricos. Desde esta lógica empírica, la producción de los artistas establece un cuestionamiento de sus propios resultados y sus lenguajes, en los que la innovación constante del proceder asegura la transformación y evolución de sus búsquedas como individuos. Por otra parte, la obra de Paul Amundarain, Juan Gerstl y Luigi Rodríguez se inserta –cada una en un ámbito específico– en la herencia y los cruces entre expresiones de la historia del arte, para hablarnos de una contemporaneidad híbrida y metamórfica. Es así como en los finos prismas secuenciales de Paul Amundarain la traza urbana se entremezcla a las formas abstracto-geométricas referenciales al moderno arte latinoamericano, junto al cinetismo óptico en desequilibrio de Juan Gerstl, hasta encontrar una vuelta a la pintura de acción en el boxeo primaveral de Luigi Rodríguez y sus pinceles por ahora convertidos en guantes. No obstante, una frescura particular se hace presente en las obras de Lusesita y Miju Lee quienes establecen un diálogo representativo de una generación epocal llena de códigos globalizados, aesthetics y referencias a la cultura desarrollada en nuestro segundo milenio. Ensimismados y personales, los universos imaginarios y oníricos creados por estas artistas se presentan como un refrescante testimonio movilizado entre la ilustración, la cerámica, el dibujo y la pintura, de paletas cromáticas características de un colectivo cuyas dinámicas interpersonales han redefinido los límites entre lo íntimo y lo público, y con ello, todo su ámbito visual. Un ámbito distinto al de la obra de Fausto Amundarain, donde la figuración se superpone en capas agrupadas de vacío y mancha entre la pintura y la serigrafía de rostros desconocidos y apropiados de magazines y cómics. Finalmente, Malu Valerio, Zahira González, Pedro Medina y Armando Velutini dan certeza de su circunstancial presente en un territorio cuya contemporaneidad se debate entre la imposibilidad de ver y los obstáculos para librarse del foco enceguecedor del poder. De esta forma, el Mar Caribe de Malu Valerio, como escenario de naufragios y tragedias migratorias, delimita como cuerpo de agua el suelo de un país, Venezuela, que visto desde su interior es

plasmado en las atmósferas íntimas y precisas de la pintura de Pedro Medina; cuyos trazos se oponen a la expresividad de Zahira González, entre caos y muchedumbre, acumulada entre palabras y aspiraciones de un finado año 2020 que dan cuerpo al Brick Canvas de Armando Velutini. Entre tanto, Fresco se muestra como un panorama, múltiple y diverso de las posibilidades de aquello que llamamos novedad, o al menos un esfuerzo por romper el espejismo de las formas antiguas de lo nuevo. Así, los artistas participantes, contemporáneos y latentes en su circunstancia, responden a su tiempo, a su bestia, como aquello que les pertenece irrevocablemente. Por su parte, dominarlo o escapar de él es algo que todos haremos a su paso.

Referencias:

AGAMBEN, Giorgio (2018). ¿Qué es lo contemporáneo? Nottetempo, Milán.

BADIOU, Alain (2005). El Siglo. Ediciones Manantial, Buenos Aires.