IMAGINARIO

ABRAHAM ROSALES

2017

 
 
 
 

Existe un recorrido extenso entre lo que llamamos “real” e “irreal”, se sabe que ambos términos se contraponen para crear un plano en el que todo lo visible entra y aquel otro que supera ese campo visual para recrear un mundo imaginario e intangible.

 

Sin embargo, es probable que estas dualidades se combinen, que aquello que imaginamos y vemos como algo que existe únicamente dentro de ese espectro imaginario está ligado a nuestro pasado y se convierta en un aspecto retorico de si mismo, y también, autobiográfico.

 

¿Sería posible separar esos lugares cuando entre ambos conjugan un lenguaje único?

 

Despiertas, tienes 6 años, acudes diariamente a la fábrica textil donde tus padres trabajan, una máquina de coser, una silla que se moldea al cuerpo de quien la use. Un recorrido guiado por el sonido de una máquina que desde temprano empieza a funcionar. Es un espacio amplio y la tela se desborda. La máquina se detiene, una mujer se levanta y recorta el exceso de tela. Un trozo dejado a un lado por ser excedente, por estar de más. Retazos que se van apilando y eventualmente se convierten en objetos decorativos dentro de la fábrica. Pilas y más pilas, todo está desbordado, nada es certero ni está en orden.

 

Esas pilas de tela son montañas para tu pequeña estatura, encuentras a un lado rollos circulares de colores sólidos. Escuchas el ruido sin cesar de 20 máquinas de costura, cada una con un sonido peculiar, son solo seis años y ya sabes que la recta no suena igual a una overlock. Volteas, están imprimiendo una imagen una y otra vez sin parar sobre franelas de distintos colores. El olor a tela y a pintura se ha impregnado en tu memoria para siempre.

 

Aquí todo pareciera estar sincronizado como una orquesta. La aguja perfora la tela uniendo dos piezas y de fondo la cortadora suena sin parar, bordeando un patrón de la ropa que se está usando. Cada 20 segundos suena la espátula recorriendo la malla del bastidor, imprimiendo sin error alguno, quien lo hace lleva 20 años haciéndolo y de fondo suena una radio vieja a todo volumen. Escuchas la misma salsa vieja que nunca te ha dejado de gustar. Sin darte cuenta, estás recibiendo tus primeras lecciones de forma, nadie allí sabe lo que están generando en ti, cada uno se ha convertido en un profesor sin haberse titulado. Mientras tanto las mismas canciones se van repitiendo día tras día y se van convirtiendo junto a los otros sonidos en el soundtrack de tu vida.

 

En esta muestra cada obra es una pieza dentro de esa gran industria, cada una de ellas contiene un lenguaje único en el que por separado señalan pistas, indicios de un mensaje, pero juntas arman y conforman entre ellas el gran rompecabezas que es esa fábrica de telas. Imaginario es un intento por recrear una experiencia concebida en la infancia y que hoy forma parte de la memoria de Rosales, quien trabaja a partir de la forma, el color y marcar el recorrido histórico a través de su infancia.

 

A pesar de haber sido el color aquello que lideraba esas grandes estatuas llenas de tela, Abraham realiza hoy figuras circulares en blanco y negro como una respuesta a ese exceso de color. Lo industrial es, posiblemente, un sinónimo de repetición, la industria está ligada a un funcionamiento sistemático, sin embargo en el caso de Imaginario y las piezas dentro que lo conforman, esta es una repetición que cambia, que se ha ido modificando así misma a través del tiempo y ha ido generando nuevas sensaciones para Rosales.

 

En un intento de seguir recreando ese Imaginario, vemos a un lado telas desbordadas, al otro, puntos esparcidos en la pared dispuestos para invitar a crear imágenes entre ellos, representando pequeños universos, constelaciones creadas a partir de la intuición. Más adelante, los muestrarios de telas nos sirven para compenetrarnos con esa sensación de exhibición, de muestra. El contraste que se genera entre cada tela tensada sobre listones permite realizar composiciones pictóricas, usando la línea como soporte fundamental para la proyección de éstas. Si usted lo desea, querido espectador, realice un viaje a través esa fábrica que le hemos descrito, vea usted cada obra y siéntase libre de imaginar.

 

Si continuamos nuestro recorrido por el resto de la galería encontraremos en el pasillo del fondo una serie de bastidores, formando parte cada uno de un taller de serigrafía localizado en una de las fábricas. Existe algo verdaderamente valioso en cada bastidor, y es que en ellos la imagen es descompuesta por colores, por eso su inexactitud, su manera de ser fallidas ya que cada uno de los bastidores corresponde a un solo color de la imagen a estampar. Cada bastidor representa una historia.