TRóPICO LUZ CARIBE

IVÁN AMAYA / LUIS CHACÍN / LENNY RUíZ

2019

 
 
 
 

Bemoles y umbrales

Aquellos que tienen poco conocimiento de las ciencias que sirven para ayudar o agradar a la vista, el más noble de nuestros sentidos, no ignoran que, cuando los rayos del sol o de la luz caen oblicuamente sobre una superficie de vidrio, de agua o del agua a la humedad, tan pronto penetran en su superficie, ya no siguen rectos o en línea recta, sino que siguen oblicuos o doblados. 

Baruch Spinoza, Tratado Breve

     En el umbral de las matemáticas hay muchas moradas, entre ellas, la más elegante tal vez sea la geometría proyectiva, cuya fascinación se extiende desde su origen en la Antigüedad hasta nuestros tiempos. Los pintores medievales, que buscaban ante todo representar y embellecer el drama cristiano, se contentaron expresándose en términos simbólicos. Sin embargo, en los diversos movimientos que se conocen generalmente como Renacimiento, captaron la atención de los artistas, produciéndose un giro hacia la naturaleza. Se inspiraron por las formas “realistas” y desplazaron el legado de los griegos. 

     Fue una suerte que pintores, arquitectos, ingenieros y matemáticos durante el siglo XV se dedicaran a tal tarea. Lograron expresar la distancia, el espacio, la masa, el volumen y los efectos visuales. La clave de la representación tridimensional estaba en lo que se denomina principio de proyección y sección. Asimismo lo que se observa en una escena particular depende de la disposición del observador. En este sentido, la inquietud de autores como Armando Reverón, Carlos Cruz-Diez y Jesús Soto, dio un enfoque preponderante al estudio de la luz. Ahora bien, dicho factor se podía expresar matemáticamente en la agrupación de líneas convergentes, las cuales se estiman como una proyección. 

     En el transcurrir histórico, especialmente contemporáneo, tanto la pintura como la fotografía han sido referencia para la realidad. Ejemplo de esto son las reflexiones estéticas de Walter Benjamin, Roland Barthes y Jacques Rancière, en quienes encontramos un claro testimonio. De tal modo, una lectura acerca del tema de la luz supone todo un reto. Muestra de ello es la visión que proponen los fotógrafos Iván Amaya, Luis Chacín y Lenny Ruiz con la aproximación a luz en la topografía de algunas ciudades del Caribe. En una articulación entre luz y percepción, los autores alcanzan una estética que se escapa de la imagen habitual. En otras palabras, consiguen enlazar los elementos de la cotidianidad que movilizan las ciudades, más allá de la moda y de los discursos imperantes de la cultura. De tal forma que lo que se revela en las imágenes de estos creadores es la posibilidad de una manera diferente de abordar la luz de esa espacialidad, un nuevo reparto de lo sensible, donde aquello que era invisibilizado ahora forma parte de lo visible.

Francisco Andrade