The Viewing Studio / Ana Barriga, CDMX-Madrid.
En Cerquone Gallery nos interesa estar involucrados con los artistas desde la raíz de sus proyectos. Colaborar con sus procesos de investigación y ejecución, así como brindar herramientas para una mejor comprensión y difusión de su mensaje, son parte vital de nuestra relación con los artistas.
En esta ocasión, acompañamos a Ana Barriga desde sus vivencias en la Ciudad de México, durante su residencia en septiembre de 2021, hasta su regreso a Madrid, donde fuimos sus huéspedes en el que ha sido su estudio durante los últimos 6 años.
El recorrido comienza en las ajetreadas calles y mercados de la capital mexicana. Ana se llenó de nuevas formas, colores, texturas y aromas en los mercadillos y rastros de esta enorme metrópolis, donde conviven más de 21 millones de personas. Un escenario ideal para quien busca inspiración e ideas nuevas. Como explica Ana, la principal motivación de hacer residencias como esta es recibir todas las energías de un país diferente, de la gente que va conociendo, que de alguna manera se filtran y aparecen en su trabajo. Todos los objetos que va recolectando durante el camino, le recuerdan las experiencias y momentos que inspiran su arte.
“Es una manera de conocernos a nosotros mismos, a través de la muchedumbre, de los objetos que nadie quiere, de todo eso que filtró y desechó la ciudad. Tu vas y lo compras, y te haces con eso tu tesorito”.
“Aunque tu creas que la controlas, no la controlas. La pintura te controla a tí”
Estos cacharritos, como le gusta llamarlos a Ana, son activadores de la memoria. Cada uno de los objetos que recolecta se convierten en parte de su preciada colección. Al coger un objeto y sentir su olor, peso, aspecto y sensación al tacto, reaparece el recuerdo del lugar, de la manera, y de la persona a quien se lo compró.
La manera en la que los consigue suele ser similar: sale a recorrer mercadillos, sin saber muy bien qué está buscando. Se adentra en los rastros en estado de alerta, a modo de ejercicio de activación sensorial. Esto le permite entrar en “modo cazadora”, descubriendo y expandiendo su arsenal de memorias. Los conserva con mucho cuidado, ya que para Ana son mucho más que un souvenir; son su familia, son parte de ella, son sus experiencias, y no quiere perder ningún momento que haya pasado en su vida.
Con ellos mantiene una relación muy estrecha, que comienza con “una especie de ritual” cada mañana en su estudio de Madrid antes de comenzar a pintar. Se prepara para afrontar el día frente a la estantería donde reposan sus preciadas figuras, saludando y dando una cordial bienvenida a toda la familia. Llegar al estudio le genera calma, y ahí se deleita haciendo lo que más le gusta, pintar. Sale por la mañana de casa, “con una ansiedad que parece que se va a acabar el mundo”, que desaparece al instante al entrar en su guarida. Allí ya se siente libre para experimentar, donde empieza el mundo que a ella le gusta, donde solo pasa lo que ella quiere que suceda.
La energía creativa para ella se recarga día tras día, en el estudio. Trabajando y exprimiendo el potencial de lo que hace al máximo. La pintura es la disciplina de la que se enamoró, y no piensa en hacer otra cosa.
“Son muchos los pensamientos que tengo que aclarar antes de dar una pincelada. Aunque parezca que es algo espontáneo, hay muchos pensamientos detrás. Es una cuestión de espontaneidad, pero también hay conocimiento. Hay que ir enriqueciendo estas dos partes a la vez”.
Este ejercicio racional de reflexión detrás de cada obra es vital en su proceso de creación. Define la composición, los colores, y cómo se va a desarrollar el recorrido visual dentro de la imagen. “Consiste en encontrar ese equilibrio entre la emoción y la reflexión. Es necesario el conocimiento, así como lo es la intuición, para que la pintura cobre su protagonismo”.
Les dejamos con más imágenes de Ana Barriga, en su cueva, donde solo pasa lo que ella quiere que pase.
Ana Barriga Oliva - Jerez de la Frontera, 1984
En su obra trata de encontrar el equilibrio entre la razón y la emoción, dos áreas aparentemente contradictorias que crean un tipo de energía que le interesa cuando se encuentran. Intenta centrarse en entornos divertidos, en un lugar compartido por artistas y niños donde se dejan atrás los prejuicios y afloran las partes más inesperadas de nosotros mismos. El humor, el juego y la ironía son formas de ver la realidad de una manera diferente e inesperada, de romper la norma. De ahí surgen situaciones imprevisibles, nuevas y atractivas para la artista porque no se ajustan a las normas.
Ana Barriga hace todo lo posible por aprender algo nuevo cada día. Su trabajo se inspira en la pasión, pero también en el conocimiento. Se dedica al estudio de la pintura, un lenguaje con una profunda tradición y el lugar en el que se desenvuelve.